jueves, 25 de febrero de 2010

INCONTINENCIA URINARIA, UN 40% DE MUJERES LA PADECEN.



En la mayoría de los casos, una mujer que comienza a tener pérdidas de orina, no lo considera como un problema. Al principio, ocurre muy ocasionalmente, quizás una noche que sale a bailar, o en una cena donde ha bebido algo de alcohol y con la risa intensa se le escapan unas gotas. Quizás ocurra en una carrera para alcanzar el autobús, o en el gimnasio. Si se repiten estos episodios, es fácil de solucionar, simplemente se evitan las situaciones de riesgo, y se protege con un absorvente.

Pero estos primeros síntomas aumentaran, o en cantidad de episodios o en cantidad de pérdida, y poco a poco su vida se verá condicionada por ellos. Necesitará usar absorbentes para adultos, lo que condicionará su forma de vestir. Dejará de hacer algunas actividades que enriquecen su vida, incluso puede decidir no ir más al cine porque no aguanta dos horas sin ir al baño.

Estamos frente a la enfermedad más frecuente entre las mujeres. Aún y así raramente es consultada con el médico. Hay algo profundo que hace que las mujeres oculten este tipo de problemas.
 

Las mujeres que deciden consultar con su médico, no suelen encontrar una respuesta clara, hasta hace poco la única solución que se podía proponer era la cirugía, por lo que se trataba de retrasar lo máximo posible. Nos explican los cirujanos que resulta muy difícil, restablecer la posición de las vísceras dentro de la pelvis femenina, que permita el control de esfínteres y una vida sexual satisfactoria, y que la operación tiene un tiempo de éxito relativamente corto.

La prevención es lo más sencillo y barato para resolver este problema, pero en ocasiones con las enfermedades que no producen dolor es difícil tomar la decisión, siempre existen prioridades con el tiempo y el dinero del que disponemos para gastar en nuestra salud.

Hoy existen tratamientos de fisioterapia donde se fortalecen los músculos que controlan la micción, y de forma sencilla la mujer puede recuperar el control de sus esfínteres. Tener hijos o envejecer no son sinónimo de padecer incontinencia y los pañales no son una solución.

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