Las pacientes de cáncer de mama deberían someterse a un chequeo rutinario para detectar los casos de linfedema antes de que los síntomas de esta frecuente secuela de la cirugía tumoral se hagan manifiestos. El motivo es que empezar a utilizar cuanto antes dispositivos de compresión para facilitar el drenaje de la zona reduce las molestias y las complicaciones a largo plazo.
Esta es la propuesta que plantean los autores de un estudio publicado en la revista Cancer. El linfedema es un trastorno crónico y progresivo que afecta a entre el 33% y el 47% de las mujeres que sufren una extirpación mamaria con resección de los nódulos linfáticos y a entre el 4% y 17% de las que se someten a la biopsia de ganglios. La hinchazón que produce dificulta los movimientosy ocasiona pérdida de fuerza en el brazo, limitando actividades como coger y levantar objetos.
Se ha comprobado que antes de que la hinchazón se manifieste se producen ciertos cambios en el tejido instersticial de la extremidad que pueden indicar el riesgo de desarrollar la secuela. Con el objetivo de evaluar la posibilidad de introducir un diagnostico precoz del trastorno y analizar las ventajas de un tratamiento temprano, un equipo estadounidense chequeó el volumen de las extremidades de cerca de 200 mujeres que iban a someterse a cirugía. Para ello utilizaron un dispositivo electrónico, el Perometro, que cuantifica los cambios en el volumen del brazo, antes de la intervención y después ésta cada tres meses.
Si el volumen se incrementaba más del 3% se establecía el diagnóstico de linfedema. Un total de 43 féminas desarrollaron la secuela y se les aconsejó usar una media de compresión durante cuatro semanas y cuando notaran molestias. La intervención consiguió reducir la acumulación de líquido. Los autores sugieren la conveniencia de detectar este problema en su fase subclínica.
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